sábado, 16 de julio de 2016

Una comida tradicional húngara - el lángos

Langos El lángos son una sustancia dudosa que se parecen a los churros pero son salados - definía una de las comidas más típicas de Hungría un amigo español.

“Esto se parece al navajo “fry bread”! decía un americano.

Lo importente es que el lángos es uno de los platos más típicos de la cocina húngara. Es típico desde el punto de vista de que esta bien conocido (y consumido) en Hungría, pero no es un plato que los húngaros preparen en casa: hacer un lángos exige freir mucho en aceite, ya que el lángos es la mezcla de harina, levadura fresca, leche, azúcar y sal frito en aceite.

El lángos tradicional había sido algo distinto. Cuando cada uno preparaba su pan en casa, a la hora de meter el pan al horno se separaba un trozo y se lo metía un rato para el fuego. En húngaro láng significa llama, pues el lángos significa un plato preparado en las llamas. Cuando el pan casero seguía el desarrollo del pájaro dodo terminaba la edad de oro del lángos casero y se empezaban a ofrecerlo en establecimientos baratos y en vez de fuego se utilizaba aceite o manteca de cerdo.

Tampoco es un plato que se pida en restaurantes. Yo personalmente conozco dos restaurantes que lo sirvan y ellos lo hacen para grupos de turistas que iban a ver sus espectáculos ecuestres. El lángos es lo que comería un obrero de construcción antes de empezar una jornada dura, o un campesino o un turista pateando una ciudad. De hecho el lángos se come más bien para desayunar: en toda Centroeuropa el desayuno es fuerte. Uno toma un lángos a las seis de la mañana, se hace una jornada dura de ocho horas y uno sigue saturado de comida. Así el lángos tradicionalmente es un plato de la madrugada.

El lángos se come en chiringuitos dedicados a este único plato y estos establecimientos minúsculos, generamente sin mesas para sentarse están en estaciones de trenes, mercados, terminales viejas de autobús o en caravanas transformadas en puestos móviles de lángos. Muchos de estos establecimientos están abiertos de 5 a 8-9 o las caravanas siguen el flujo de personas y vuelven a abrir de 9 a 11-12.

Aunque estás caravanas sean los antecedentes de la moda contemporánea de los foodtrucks, el lángos originalmente no había sido el plato de banqueros o de gente de oficinas. Primero el lángos está untado por una salsa hecha de ajo y de aceite y esta combinación nunca había sido popular en una oficina salvo quizás el consultorio van Helsing, enemigo nato de los vampiros. Segundo, el lángos tradicional tiene queso y un producto lácteo parecido al kefir encima que se llama tejföl. Y a veces tiene también ketchup. Esta combinación hace casi imposible de comerlo decentemente, sin manchas de aceite mezclado con ketchup. Pues, una traje Armani pocas veces se mezcla con aceite y ajo.

La revolución gastronómica ha alcanzado también el lángos. Más sano no ha llegado a ser, hay que tener una fantasía muy pervertida para decir que tanto aceite frito sea sano, pero por lo menos se ha creado una solución para el consumo del lángos que hace posible comerlo sin que uno parezca que haya sido criado por lobos. El lángos se dobla. Antes de doblarlo se llena con las combinaciones tradicionales: ajo, queso, tejföl, ketchup y ajo. Y ajo. O combinaciones modernas, como queso ahumado, jamón o algún plato de col. Este tipo de lángos es un paso enorme, ha dejado de ser un plato de la edad de piedra y ya se come con cuchillo y tenedor.

A pesar de estos cambios el lángos sigue siendo un plato de obreros, excursionistas y sería también ideal para turistas, pero normalmente el turismo tradicional no mueve por las mismas horas y sitios que los jornaleros. Los mejores y más baratos lángos se encuentran en estaciones ferroviarias venidas a menos o en centros intermodales o mercados. Esto puedes ser la “salvación” de los turistas que quieran probar el lángos: los mercados de Budapest ofrecen una posibilidad excelente para este tipo de aventura gastronómica, incluidas unos lavabos (de pago) limpios. Comer lángos es cuestión de gusto. A nosotros húngaros nos encanta comerlo con la salsa de ajo y queso. Sano no lo es, pero es bueno y a lo mejor nos protege de los vampiros.

Central Market Hall

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