domingo, 24 de febrero de 2013

El capitan y el escritor

Unlucky church of St Stephen


Alejandro Gusev era un capitán joven. Era noble. Era ruso. Era romántico y creía en la revolución. Leía en francés las obras de los filósofos de la revolución.
Mientras tenía que sofocar la revplución húngara de 1848-49 empezó a comprender la situación de los húngaros. Batalla tras batalla sentía que su sitio está con los oprimidos.
Los húngaros luchaban valientemente pero no podían con los 200000 rusos.
Gusev hablaba con varios oficiales más y los convencía de negar las ordenes. No querían tener parte en la guerra. Los tomaron preso. Los siete oficiales rusos fueron ejecutados pronto.


Su historia quedaba olvidada hasta 1934 cuando Béla Illyés, un periodista húngaro encontró las actas en el Archivo de Minsk.
Illés Béla nació en Kassa (hoy en día Kosice) en 1895. Ya de joven hablaba húngaro, eslovaco y alemán. Hizo doctorado en Budapest de historia y llegó a ser un periodista de izquierdas. En 1919 apoyó la república comunista y por eso se emigró a Viena. De Viena se emigró a Checoslovaquia (a los territorios de Zakarpatia) donde trabajó para un periódico obrero. Aquí aprendió ruso. Cuando las autoridades empezaron a examinar sus artículos, se emigró a la Unión Soviética en 1927. En la Unión Soviética trabajaba como periodista. Durante la guerra fue voluntario del ejército rojo y llegó a Budapest como teniente coronel.

Illés por primera vez publicó un artículo breve sobre Gusev en 1934. Luego, según avanzaban sus investigaciones, escribía cada vez más, hasta publicar una monografía de Gusev en 1945.

En Hungría varias calles nombraron del ruso simpático. En Budapest había dos calles Gusev, una al lado de la Basílica.
La placa conmemorativa del capitán la inauguraron en 1946 junto con docenas de memoriales comunistas. El que inauguró la placa no sabía nada de Gusev, según sus memorias, él, como vice ministro de cultura inauguró 5-8 placas a diario. Cuando llegó, tenía que mirar el nombre en la placa y allí leía un resumen corto sobre la vida de Gusev. Él entonces incluía que el capitán aprendía húngaro. Este detalle apuntado por los periodistas presentes llegó a ser parte de la vida de Gusev.
Poco después cambiaron el nombre de la calle a Gusev.

Gusev era popular entre los rusos también, aparecían varios artículos de prensa y la Gran Enciclopedia Soviética en la historia de Hungría también mencionaron su nombre. La historia del capitán llegó a ser parte de los libros de primaria.

Varios altos cargos soviéticos hablaron de él durante sus visitas en Hungría. Así estudiantes de historia húngaros viajaban con becas a la Unión Soviética para investigar más detalles de Gusev. Algunos pidieron a Illés que les ayude en sus investigac. Illés los dirigía al archivo de Minsk - que resultó que se había quemado completamente en la guerra.
La academia húngara enviaba historiadores más serios a la Unión Soviética, pero ellos tampoco encontraron nada, mientras historiadores soviéticos visitaban Hungría buscando más detalles de la vida del capitán.

El asuntó intrigó a Pál Zsigmomd Pach que era un historiador joven de izquierdas y más tarde llegó a ser uno de los historiadores más importantes (y más aburridos) de Hungría. Después de haber recogido la mar de información escrita sobre Gusev, Pach descubrió que a pesar de que había centenares de publicaciones sobre el capitán en diferentes idiomas, todas originan de las obras de Illés. Pach estuvo dos meses en Moscú investigando en archivos. Después de haber vuelto a Hungría le entrevistó otra vez a Illés y le preguntó si el capitán había existido de verdad, entonces el periodista le decía:
- Pero es una historia tan bonita...

Dudar en Gusev llegó a ser una actitud anticomunista. La oposición se dedicaba a investigar la vida de Gusev y en la prensa clandestina escribían artículos para demonstrar que no había existido.

Para los historiadores estaba claro que Gusev era ficción, pero esto se podía publicar después de la caída del comunismo cuando en 1992 se quitaba las placas de Gusev de Budapest y volvían a cambiar el nombre de la calle a Sas (águila).

En mi opinión habrían tenido que dejar la calle en paz. O nombrarla del alférez Rulikovski que era un lancero polaco que había servido en el ejército del zar y de verdad negó la orden de luchar contra Hungría por la amistad húngaro polaca. Él de verdad fue ejecutado. No tiene calle en Budapest, sólo una placa modesta en la pared del ministerio de agricultura.

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