La cafetería Gerbeaud es una institución independiente de regímenes políticos, económicos o diabéticos. La
El Gerbeud siempre era la Cafetería. Hasta la segunda guerra mundial el Gerbeaud era el lugar de encuentro de la crema y nata de la sociedad. En la época del comunismo era uno de los pocos sitios que guardaban algo del esplendor del Belle Epoque de Budapest.
En aquel entonces el Gerbeaud no era caro, en cambio, fue considerado por los extranjeros muy barato. Los húngaros veían sus precios como normales. Era el último bastión de la clase alta y media desaparecida, donde reunían señoras mayores venidas a menos vestidas según la moda de París de 1932. Ellas estaban allí tomando un café con el agua mineral con gas mandatorio (y gratis) o a veces se permitían una tarta o un cognac y la tomaban durante horas y charlaban del pasado y de su salud. Tenían un nombre propio: señoras del Gerbeud o zserbónéni.
Los últimos años de esta época la describe el libro de Arthur Philips titulado Praga.
(Al autor le decía su agente que no hay forma para vender un libro titulado de Budapest, así él cambió el título a Praga, mientras el libro tiene poco que ver con la capital checa.)
Había otras señoras que buscaban otro tipo de memorias: recuerdos de militares guapos y bien vestidos y el aroma de encuentros amorosos. Como ellas ya eran mayores y más maduras que los vinos añejos más adorados del país, necesitaban una compañía diferente: chicos jóvenes, dispuestos de ofrecer su amor y su cuerpo.
Leyendas urbanas hablan de códigos secretos: una combinación rara de pasteles, una taza de café puesta boca abajo con dos cubitos de azúcar puestas encima de la taza.
Hoy en día todo esto es pasado, mito o leyenda urbana. Las señoras mayores frecuentan otros sitios. Pero hasta hoy en día hay extranjeros jóvenes, de cuerpo guapo, sobre todo rumanos y búlgaros que van y están esperando la buena suerte con una taza de café puesta boca abajo.
Cubitos de azúcar ya no los hay.
jueves, 7 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
La colonización Austro-Húngara de China
La ciudad de Tientsin tenía una guarnición europeo-japonesa de unos 7 mil y ellos estaban atacados por un ejercito regular de 12 mil y unos 35 mil boxers durante la Revuelta Boxer de China. El ejército bombardeó el enclave europeo donde estaba entre otros Herbert Hoover, el futuro presidente de los EEUU. Unas 60000 mil bombas caían sobre la ciudad. Aproximadamente menos la mitad de las bombas explotó, ya que China ya en aquel entonces era famoso de su corrupción y de su industria bélica.
Las potencias europeas (y Japón) pensaban que sería mala publicidad perder 700 ciudadanos y 7 mil soldados, así intentaban a rescatarlos. Formaban una coalición con la participación EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Japón y la Monarquía Austro-Húngara. En aquel entonces la Monarquía se consideraba una potencia grande y por eso querían participar en el ataque para salvar Tientsin. Las potencias enviaban una columna de 2 mil soldados entre ellos 75 eran los de la monarquía. Eramos una potencia, pero no tan grande. Un par de meses más tarde ya había cinco buques de guerra y quinientos soldados austro-húngaros luchando contra los chinos. La colaboración americano-ruso-alemana-japonesa-italiana-inglesa venció a los chinos tanto en Tientsin como a lo largo de la guerra en general. 500 marineros atacaban las murallas del castillo de Tientsin gritando VIVA FRANCISCO JOSÉ y ponían la bandera de la monarquía sobre la torre del castillo. Como recuerdo llevaban cuatro cañones. Dos se de ellos fueron expuestos en Viena y dos en Budapest. Los cañones de Viena fueron destruidos en la Segunda Guerra Mundial, mientras los de Budapest siguen en frente del Museo de Guerra en el Barrio del Castillo.
Después de la guerra la coalición forzaba a los chinos a dar más concesiones comerciales a los vencedores.
La ciudad de Tientsin fue repartida entre miembros de la coalición. Cada país obtenía un distrito que llegó a ser su colonia.
La monarquía obtenía 108 hectáreas a lo largo del río con unos 40 mil chinos. Los habitantes - chinos incluidos - de cada colonia llegaron a ser ciudadanos de la potencia colonizadora correspondiente. En el caso de la Monarquía Austro-Húngara esto significaba que los chinos tenían derecho a pasaporte Austríaco. Cada país introducía su propia legislación y sus propias medidas en sus distritos. Cada zona utilizaba el dinero del país de orígen. Construían consulados, oficinas de comercio, escuelas (idioma cooficial: húngaro-alemán-inglés), hopitales. Ponían pavimento, alcantarillado y luego luces. También se construía una línea de tranvía pata unir las colonias. Todos los países ganaban en el negocio, incluidos los chinos, salvo a los de la Monarquía. Francisco José no entendía de negocios y su gobierno tampoco era experto en la colonización, aunque Tientsin tampoco era la única colonia del imperio. Durante las negociaciones los de la Monarquía escogieron un distrito en la ribera para poder transportar mercancías, pero el río no tenía profundidad suficiente para barcos de carga. Los remolcadores podían subir hasta la zona francesa.
La alianza invertía dinero en la operación y en la infraestructura, pero el beneficio era grande, salvo en el caso de la Monarquía donde Viena-Budapest no invertían en la colonia, así los beneficios eran menores y los tenían que utilizar para mantener la colonia, las fuerzas armadas que la protegían (40 soldados húngaros y austríacos y 80 policías chinos). La Monarquía construía un puente sobre el río - lo diseñó el arquitecto del Puente de la Libertad y la colonia en fin empezó a producir algo de beneficio.
El principal ingreso frente al resto de las colonias fue la venta de pasaportes de la Monarquía. Señores de guerra chinos encontraban refugio en el enclave Austro-Húngaro en China. Los chinos empezaron a construir sus residencias en Austro-Hungría.
Cada colonia tenía una arquitectura similar a la del país de orígen. Así arquitectos húngaros, austríacos viaban a China a crear una Viena-Budapest para señores feudales chinos, mientras también hacían un casino para los oficiales, construían la residencia del consul e otros edificios de servicios basicos (burdel). El uso de feng sui estaba estrictqmente prohibido.
La ciudad tenía un residente famoso: Yuan Si-kai, uno de los primeros presidentes de China se construía una casa con un pasillo secreto para escaparse en el caso de peligro. Él se quedœ con su pasaporte austríaco hasta el auge de su carrera cuando se hartó de la democracia y se proclamó Emperador.
Las calles de la colonia monárquica estaban más pobres que las de los distritos vecinos. Viena y Budapest sacó poco beneficio de Tientsin, el número de habitantes se redujo a la mitad y no hubo tampoco industrialización.
La colonia existía hasta el fin de la primera guerra mundial.
Quedan algunos edificios monárquicos estilo Avenida Andrássy y no mucho más. Ya no hay calle Francisco José, Sissi o Budapest. Pero tampoco aparecían en Budapest o Viena chinos reclamando ciudadanía y mostrando sus papeles de Tientsin.
Bibliografía: Gerő András: Birodalom gyarmat nélkül, in: Szétszakított múlt, Magyar Menedék Könyvesház, Bp, 2012 Jamrik Levente, Az Osztrák-Magyar Monarchia kínai gyarmata, falanszter.blog.hu Józsa Sándor: Kína és az Osztrák-Magyar Monarchia, Kőrösi-Csoma kiskönyvtár, Akadémia kiadó, Bp, 1966
Las potencias europeas (y Japón) pensaban que sería mala publicidad perder 700 ciudadanos y 7 mil soldados, así intentaban a rescatarlos. Formaban una coalición con la participación EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Japón y la Monarquía Austro-Húngara. En aquel entonces la Monarquía se consideraba una potencia grande y por eso querían participar en el ataque para salvar Tientsin. Las potencias enviaban una columna de 2 mil soldados entre ellos 75 eran los de la monarquía. Eramos una potencia, pero no tan grande. Un par de meses más tarde ya había cinco buques de guerra y quinientos soldados austro-húngaros luchando contra los chinos. La colaboración americano-ruso-alemana-japonesa-italiana-inglesa venció a los chinos tanto en Tientsin como a lo largo de la guerra en general. 500 marineros atacaban las murallas del castillo de Tientsin gritando VIVA FRANCISCO JOSÉ y ponían la bandera de la monarquía sobre la torre del castillo. Como recuerdo llevaban cuatro cañones. Dos se de ellos fueron expuestos en Viena y dos en Budapest. Los cañones de Viena fueron destruidos en la Segunda Guerra Mundial, mientras los de Budapest siguen en frente del Museo de Guerra en el Barrio del Castillo.
Después de la guerra la coalición forzaba a los chinos a dar más concesiones comerciales a los vencedores.
La ciudad de Tientsin fue repartida entre miembros de la coalición. Cada país obtenía un distrito que llegó a ser su colonia.
La monarquía obtenía 108 hectáreas a lo largo del río con unos 40 mil chinos. Los habitantes - chinos incluidos - de cada colonia llegaron a ser ciudadanos de la potencia colonizadora correspondiente. En el caso de la Monarquía Austro-Húngara esto significaba que los chinos tenían derecho a pasaporte Austríaco. Cada país introducía su propia legislación y sus propias medidas en sus distritos. Cada zona utilizaba el dinero del país de orígen. Construían consulados, oficinas de comercio, escuelas (idioma cooficial: húngaro-alemán-inglés), hopitales. Ponían pavimento, alcantarillado y luego luces. También se construía una línea de tranvía pata unir las colonias. Todos los países ganaban en el negocio, incluidos los chinos, salvo a los de la Monarquía. Francisco José no entendía de negocios y su gobierno tampoco era experto en la colonización, aunque Tientsin tampoco era la única colonia del imperio. Durante las negociaciones los de la Monarquía escogieron un distrito en la ribera para poder transportar mercancías, pero el río no tenía profundidad suficiente para barcos de carga. Los remolcadores podían subir hasta la zona francesa.
La alianza invertía dinero en la operación y en la infraestructura, pero el beneficio era grande, salvo en el caso de la Monarquía donde Viena-Budapest no invertían en la colonia, así los beneficios eran menores y los tenían que utilizar para mantener la colonia, las fuerzas armadas que la protegían (40 soldados húngaros y austríacos y 80 policías chinos). La Monarquía construía un puente sobre el río - lo diseñó el arquitecto del Puente de la Libertad y la colonia en fin empezó a producir algo de beneficio.
El principal ingreso frente al resto de las colonias fue la venta de pasaportes de la Monarquía. Señores de guerra chinos encontraban refugio en el enclave Austro-Húngaro en China. Los chinos empezaron a construir sus residencias en Austro-Hungría.
Cada colonia tenía una arquitectura similar a la del país de orígen. Así arquitectos húngaros, austríacos viaban a China a crear una Viena-Budapest para señores feudales chinos, mientras también hacían un casino para los oficiales, construían la residencia del consul e otros edificios de servicios basicos (burdel). El uso de feng sui estaba estrictqmente prohibido.
La ciudad tenía un residente famoso: Yuan Si-kai, uno de los primeros presidentes de China se construía una casa con un pasillo secreto para escaparse en el caso de peligro. Él se quedœ con su pasaporte austríaco hasta el auge de su carrera cuando se hartó de la democracia y se proclamó Emperador.
Las calles de la colonia monárquica estaban más pobres que las de los distritos vecinos. Viena y Budapest sacó poco beneficio de Tientsin, el número de habitantes se redujo a la mitad y no hubo tampoco industrialización.
La colonia existía hasta el fin de la primera guerra mundial.
Quedan algunos edificios monárquicos estilo Avenida Andrássy y no mucho más. Ya no hay calle Francisco José, Sissi o Budapest. Pero tampoco aparecían en Budapest o Viena chinos reclamando ciudadanía y mostrando sus papeles de Tientsin.
Bibliografía: Gerő András: Birodalom gyarmat nélkül, in: Szétszakított múlt, Magyar Menedék Könyvesház, Bp, 2012 Jamrik Levente, Az Osztrák-Magyar Monarchia kínai gyarmata, falanszter.blog.hu Józsa Sándor: Kína és az Osztrák-Magyar Monarchia, Kőrösi-Csoma kiskönyvtár, Akadémia kiadó, Bp, 1966
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