La cafetería Gerbeaud es una institución independiente de regímenes políticos, económicos o diabéticos. La
El Gerbeud siempre era la Cafetería. Hasta la segunda guerra mundial el Gerbeaud era el lugar de encuentro de la crema y nata de la sociedad. En la época del comunismo era uno de los pocos sitios que guardaban algo del esplendor del Belle Epoque de Budapest.
En aquel entonces el Gerbeaud no era caro, en cambio, fue considerado por los extranjeros muy barato. Los húngaros veían sus precios como normales. Era el último bastión de la clase alta y media desaparecida, donde reunían señoras mayores venidas a menos vestidas según la moda de París de 1932. Ellas estaban allí tomando un café con el agua mineral con gas mandatorio (y gratis) o a veces se permitían una tarta o un cognac y la tomaban durante horas y charlaban del pasado y de su salud. Tenían un nombre propio: señoras del Gerbeud o zserbónéni.
Los últimos años de esta época la describe el libro de Arthur Philips titulado Praga.
(Al autor le decía su agente que no hay forma para vender un libro titulado de Budapest, así él cambió el título a Praga, mientras el libro tiene poco que ver con la capital checa.)
Había otras señoras que buscaban otro tipo de memorias: recuerdos de militares guapos y bien vestidos y el aroma de encuentros amorosos. Como ellas ya eran mayores y más maduras que los vinos añejos más adorados del país, necesitaban una compañía diferente: chicos jóvenes, dispuestos de ofrecer su amor y su cuerpo.
Leyendas urbanas hablan de códigos secretos: una combinación rara de pasteles, una taza de café puesta boca abajo con dos cubitos de azúcar puestas encima de la taza.
Hoy en día todo esto es pasado, mito o leyenda urbana. Las señoras mayores frecuentan otros sitios. Pero hasta hoy en día hay extranjeros jóvenes, de cuerpo guapo, sobre todo rumanos y búlgaros que van y están esperando la buena suerte con una taza de café puesta boca abajo.
Cubitos de azúcar ya no los hay.
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